“Ninguna vida está completa sin un pequeño toque de locura, por eso elegí de entre la sonrisa ajena o la mía; la ajena, porque cuando hago sonreír a alguien esa sonrisa provoca la mía.”
Me despierto con la noticia de dos jesuitas asesinados mientras una persona que huía de la violencia se acogía a santuario con ellos. La suma de nuestros muertos sigue acumulándose y ya no nos hace ni parpadear.
123,000 homicidios en lo que va del sexenio.
100,000 desaparecidos en este SXXI (más del 40% en este gobierno). Más que en el conflicto Ucrania Rusia
Más que en los tiroteos en USA
Todo me hace dudar de mi sanidad mental y de la de los otros humanos. Estamos inmersos en el horror y aún ahí brilla una chispa de esperanza. Hay movimientos como el de Cruz Roja, Médicos sin Fronteras… la misma iglesia que tanto vilipendiamos, muchas veces con razón, que lleva esa luz a los rincones de nuestro mundo en forma de misiones y hospitales u orfanatos.
Y descubro con interés que el concepto de aislamiento que durante siglos imperó llevándonos a lo cartesiano de cogito ergo sum ha quedado ya como curiosidad. Somos en la medida del otro. En la Inter subjetividad. Solamente nos podemos reconocer en otra mirada y esa mirada se reconoce en nosotros.
A la manera de los mayas “Inn La K´ech” a lo que se responde “Yala k´en” (yo soy tú, tú eres yo)
Y no lo digo yo, ni algún filósofo trasnochado. Lo dicen las neurociencias y sus resonancias magnéticas que demuestran las neuronas espejo que se disparan al unísono cundo estamos re-conociéndonos.
Y las guerras, la violencia, asesinatos y muertes continuarán mientras no nos miremos en los ojos del otro. De mi hermano, de mi otro yo.
¿Cuál es el remedio?
Ciertamente no lo sé, y no conozco a nadie que tenga la respuesta definitiva, lo que si sé es que necesitamos mirarnos profundamente, hasta el alma, ahí, hasta donde no existen las diferencias y somos UNO.
Gracias Tia, por las palabras y sobre todo por mover la conversación y mirada de la mente al corazón. Un abrazo, SvS
Muchas gracias Tabi, por esto tan prolija escritura y ser la voz de nuestros sentimientos por el otro y de lo que nos duele perder a otro ser humano en el que nos reconocemos como humanos. Quizá a través de ellos nos lloramos a nosotros mismos. Un beso Tabi, gracias por escribir-nos