Solsticio de invierno…
Me gustan estas fechas. Siempre los pasos con marcas nos dicen algo en el cuerpo y en el alma, en el espíritu.
Y pienso, claro, en Stonehenge, referente en nuestra cultura occidental.
Y en nuestras culturas prehispánicas en zonas mayas o simplemente prehispánicas también se celebran y se marcan con arquitectura.
Piedras que hablan.
En Chichén Itzá, por ejemplo el sol parece salir por el borde del “castillo” y hacia las tres de la tarde el edificio se parte en dos. Una zona de sombra y una de luz. Así cómo el mundo.
En Dzibilchaltún también puede verse, el sol se ubica exactamente a través de la ventana central del Templo de las Muñecas. En Oxkintok, se puede ver cómo el sol se levanta justo debajo del arco de piedra, creando una franja luminosa que llega hasta el centro de la plaza principal.
Todos se dirigen a nuestro ADN a nuestros mitos y a nuestro diario quehacer aunque, a veces, no los distingamos en el tráfago del diario vivir.
Siendo humanos buscamos sin cesar darle sentido al universo. A nuestro entorno y razones a la vida y a sus transiciones. Nada mejor entonces que un marcador temporal.
Solsticios, equinoccios, cosechas. Cambios de luz y de sombras.
Dioses que nacen y resucitan. Diosas que vuelven al inframundo o regresan de el.
Las plantas que florecerán en primavera necesitan este tiempo de quietud y oscuridad.
Y nosotros también necesitamos tiempo de silencio, de estar cerca unos de los otros celebrando la noche más larga del año y el próximo resurgimiento de la luz, de recogimiento y de soledad compartidas para reflexionar en los tiempos cíclicos. Darnos ese tiempo de oscuridad para amanecer, deshacernos de lo que ya no es útil y conservar lo que nos permite renovar y refrescar la vida.
Sl el espíritu nos pide esa quietud es para renacer a una nueva claridad de mente y alma y florecer cuando lleguen los tiempos.
Te invito a meditar, a celebrar y a renacer a la luz y a la vida a honrar la oscuridad y agradecer ese tiempo de renacimiento.
*Sol Invictus
El Festival del nacimiento del Sol inconquistado (Dies Natalis Solis Invicti) indica que nacía un nuevo sol que vencía a la oscuridad y después del solsticio (21 de diciembre) los días se harían más largos y la luz renacería.
El sol y sus caballos que traen la luz.
(otra ocasión platicamos de esto)
Así es, todos necesitamos piedras miliares en el camino, para hacer una pausa y pensar un poco, para disfrutar a los nuestros. Abrazos...