Mi mamá, sabia entre las sabias creía la inmortalidad. Y solía decir que viviremos por siempre en los que nos suceden, en los que nos recuerdan, en nuestra familia y nuestros descendientes, de sangre o del corazón.
En estos tiempos difíciles es una bocanada de aire fresco recordar sus palabras. Saber que a fin de cuentas estaremos de un modo o de otro y sobre todo que nuestros quereres estarán con nosotros por siempre. Mientras esté en nuestros corazones nosotros estaremos en el de ella.
Un martes trece de octubre ella salió de este mundo para quedarse por siempre. Como dicen los poetas y los místicos, aquí, al otro lado de la puerta. *
Hoy es viernes, otro trece, y no se si también de mal agüero o simplemente para marcarlo en el calendario, en la remembranza y en el alma. Mis hijos y sus primos, todos sus nietos la tienen así, cerca de ellos justo a la vuelta del camino o en una canción, un poema o en una imagen.
Y en un rato más vamos a SU árbol, de flores rosas, suave, dulce y como ella, resiliente. Entre el verdor de la selva y el murmullo del viento que nos acaricia como sus canciones, como sus sonrisas y sus comentarios que siempre escondían un consejo cariñoso y sutil. Un poema, una canción en su voz rica y armoniosa. Un cuento recordado y repetido desde la antigüedad en voces de abuelas y bisabuelas.
Mamá, extraño tu risa y tu picardía inocente en tus chistes blancos y recuerdos de amores… aunque sé que estás aquí, en nuestra sangre y en nuestros huesos.
Mientras tengas una madre a quien acudir seguirás siendo un niño... y yo, aún tengo a la mía, aquí a un lado. Sigo siendo una niña.
* «La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, ustedes son ustedes.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo.
Denme el nombre que siempre me han dado. Hablen de mí como siempre lo han hecho.
No usen un tono diferente. No tomen un aire solemne y triste.
Sigan riendo de lo que nos hacía reír juntos. Recen, sonrían, piensen en mí.
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de su mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de su vista?
Les espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Ven? Todo está bien. Volverán a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando juntos por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.”Agustín de Hipona (San Agustín)
Bellamente conmovedor. Gracias Tabi
Más que hermosa!