Hace diez años, después de unas elecciones donde también fui presidente de casilla prometí NUNCA volver a meterme a ese berenjenal.
“El sendero que camino está hecho de promesas rotas. He caído al menos un millón de veces. Pero nunca me quebraré”. Bradley Kirk Arnold.
“Mejor es romper tu promesa que hacer algo malo manteniéndola”. Thomas Fuller.
El caso es que, como siempre, el INE nos pesca a los mismos, yo no sé si somos los únicos bobos que aceptamos cumplir con nuestro deber ciudadano o tiene que ver con piscis o algo así porque todos, o buena parte, somos de marzo. Y acepté… pensé; no puede ser tan malo como la vez pasada…
La tarde anterior nos fuimos a cargar baterías al mar, invitación expresa de “mi” secretario de casilla (mi ahijado) y la despedida fue un sonoro “¡mañana cenamos en el infierno!” nunca supimos lo profético del asunto. Realmente las Termópilas nos esperaban.
Así que al grito de ¡SPARTAAA! nos presentamos a las siete de la mañana en el local adjudicado para la casilla.
El ayuntamiento nos prestó el espacio y Jaime nos lo acondicionó. ¡Desde mesas, sillas y hasta manteles y ventiladores! Definitivamente lo deberían de contratar.
¿Saben cómo se arma una casilla electoral?
Varios días antes (esta vez fue la noche anterior) le entregan al presidente de la casilla (en este caso yo) el material, las mamparas, cintas, boletas, tarjetones para llenar, cuadernillos y un sinfín de material.
Se revisa que esté completo. Así, nada más.
El día de las elecciones llega el presidente con todo eso a cuestas. Frente al secretario y los escrutadores (que confías en que no se hayan rajado y lleguen a tiempo) y los representantes de los partidos y observadores del proceso, se abren las cajas y comienza el armado de la casilla.
El tiempo pasa…
Y sigue pasando mientras el secretario recibe del presidente el material y cuenta cada boleta una por una y verifica que estén completas, foliadas etc. Asienta esos datos.
Los escrutadores siguen armando… urnas, bases de las mismas, cubículos con cortinilla, acomodando material de apoyo, crayones, gel antibacterial, mascarillas, toallitas desinfectantes… ¿ya te cansaste? Pues aún no empezamos y apenas hemos tomado tragos aislados de café, de pan o desayuno ni hablamos.
Por fin estamos listos, o más o menos. Empiezan a entrar los votantes algunos con mala cara porque llevan una hora afuera, la mañana es fresca y han estado rumiando sus males. Aunque la hora de apertura es a la ocho, la realidad es que las instrucciones dicen que es NO ANTES de las ocho.
A medida que va pasando la mañana nos enteramos de que otras casillas han abierto a las diez u once debido a que no han llegado los representantes. *
El equipo quedó fantástico, todos vecinos:
presidente, yo
secretario, Arturo mi sobrino/ahijado, de la pandilla de mis hijos y verdadero habitante de Cancún
1r escrutador, Tiziana, amiga y vecina de toda la vida, historiadora del Cancún fundacional
2° escrutador, Tony, contador retirado y de este vecindario desde hace muchos años.
Afuera los ánimos se van caldeando y a mi se me ocurre decir, con mi linda y suave voz, que me muero de ganas de pelearme con alguien para aprovechar la fuerza pública, mi equipo recibe el comentario con una carcajada y las personas de la fila, muy circunspectos, bajan la mirada. ¡lástima pienso para mis adentros! mientras esbozo un paso de baile atrás del escritorio.
La representante del INE nos trae algo de comer, ya nosotros teníamos “bastimento”, refrescos, agua, fruta. Todo a la mano. El problema es que no teníamos tiempo. Un trago de agua, una carrera al baño, un puñado de cacahuates…
Ahí es cuando recordé el poder de una coca-cola… me la bebí de un solo jalón. Y sí, me volvió el alma al cuerpo.
¿Ya sabes lo que pasa cuando estás muy cansado y la frustración se va acumulando? El cerebro entra en un estado delirante y ahí estás, en la cuerda floja, en la tablita… puedes irte hacia la irritabilidad, al enojo o hacia la tontería.
Y nos fuimos a la tontería.
A compartir con los observadores que nos miraban como si estuviéramos locos, que ciertamente estábamos un poco. Compartiendo nuestras botanas y comidas con ellos.
Jaime, que verdaderamente es un gran organizador, nos mantuvo provistos de refrescos, botanas y cosas para las que no fué necesario abandonar nuestras posiciones (sí, así, como en la batalla)
Por fin entró el último votante, casi a las ocho. Ahí es cuando empieza el vaciado de las urnas, todo transparente y frente a los observadores que ya estaban más relajados.
Todo iba muy bien durante el conteo hasta que me puse a silbar el tema de Kill Bill, la respuesta fue interesantísima. Arturo, que tiene 37 años se partió de la risa, dos de los observadores muy jóvenes lo corearon y yo hacía como que sacaba una katana…
Para esto Tiziana y yo ya estábamos descalzas, eran las once mas o menos y mientras contábamos boletas y separábamos y volvíamos a contar, cantábamos todos canciones rancheras a voz en cuello interrumpidas por ataques de risa ya que, por supuesto, solamente nos sabíamos partes.
Y nos dieron las doce, la una y las dos… y aún no acabábamos. Llegó la caballería del INE y nos ayudaron a recontar y terminar de cerrar paquetes y demás. Y en una noche sin luna pero con lluvia, terminamos apestosos, sudados, agotados, muertos de risa y decidimos que para el karaoke no servimos pero que votaríamos o por la anarquía o por una dictadura.
Al saludo de buenas noches “kamarada tabisky” se despidieron de mi… riendo y lavándose el cansancio bajo la lluvia rumbo a sus casas.
GRANDIOSO equipo. ¡VIVA LA ANARQUÍA!
Y aunque vuelvo a prometer que NUNCA MÁS volveré a una casilla y menos especial…
“Las promesas y las cortezas del pan están hechas para romperlas”. Jonathan Swift
* Los representantes de casilla deben de haber llegado máximo a las siete y media, Si solamente llega uno ese uno se convierte automáticamente en presidente y puede ir tomando de la fila arbitrariamente a ciudadanos para añadirlos a su equipo. Claro de capacitación ni hablamos y de aceptación “contimenos”
Extras;
Un Red Bull como a las siete y media y mi faja de cargar me permitieron llegar al final
Tres hippies descalzos muertos de la risa cantando y contando votos. Perfectamente borrachos de cansancio.
Un regalo a la mitad de la jornada estupendo para aguantar!! Gracias a Anna y Paty
Y a fin de cuentas el “tonto” suelto.
Jajaja! Ay Olga Tabiria… eres única!
Me los imaginé perfecto!
Entiendo perfectamente lo que escribes; yo fui presidente de casilla. El deber cívico nos lleva a aceptar estas tareas que como lo hicieron ustedes, hay que tomar con estoicismo y sentido del humor. Felicidades por un trabajo bien cumplido!