¿Qué es lo que hay más allá del velo entre los mundos?
De las cartas de los arcanos mayores, una de las más intrigantes es la del Ermitaño.
Aquel que transita de un mundo a otro, lleva en la mano una lámpara que ilumina su camino y alarga su sombra. Es un viajero solitario, un sabio errante que, avanza con pasos cansados, lleva la luz del conocimiento y sus propios misterios.
La explicación clásica lo describe como un anciano de mirada profunda, vestido con la sobriedad de la sabiduría y con los colores clásicos del tarot que evocan la justicia, el cabello blanco y las arrugas de su frente son vestigios de un tiempo que ya no es. La barba y sus manos curtidas por el viento y la espera nos hablan de la experiencia, del peso de los años.
Pero hay un detalle escondido en su capucha: un par de cascabeles. Pequeños, discretos, pero presentes, resuenan con el eco que le recuerda que en otro tiempo, en otro destino, este sabio fue aquel Loco, el que se lanzó al abismo de lo desconocido, con la risa fresca y el corazón ligero. Un recordatorio de su propia esencia, de la chispa de aventura que lo llevó a emprender el camino.
A mí me gusta pensar diferente, imaginar que el Ermitaño no es un anciano, sino un crío disfrazado de adulto. Un espíritu inquieto que sigue buscando su otredad, ese sueño esquivo que siempre va un paso adelante. Un caminante que anhela lo inasible, lo que se escurre entre los dedos como arena.
Y quizá, más allá, no hay nada. Solo estrellas y vacío, solo el infinito y sus ecos interminables. O quizá hay todo: todas las respuestas, todas las preguntas, todas las historias aún por contar. Porque en ese abismo de posibilidades, en ese lugar donde las fronteras se disuelven, siempre está el siguiente arcano.
Y mira, allí está... la Estrella.
A la manera de Díógenes
una lámpara
un sendero
pies descalzos en el polvo del tiempo
camina sin prisa y sin pausa
alza la vista
del otro lado
te espera el infinito
Y espera una tirada nueva, cambiante como la vida, como el existir. Donde todo se transforma y, sin embargo, todo sigue siendo lo mismo.
Donde la rueda gira y la historia vuelve a contarse, diferente y eterna a la vez.
Querida Tabi, es poético. Como buena admiradora que soy del Ermitaño y el Loco. Has hecho una bella descripción de la vida a través de las cartas del tarot. Bello.