dos cuentitos dos
Yo tenía diez perritos, canto canciones para deshacerme de ellos y cerca del final, cuando ya nomás me quedan tres, llega Andrés y me deja sin perros, sin casa y sin carro.
Se ha llevado todo junto con el decreto del divorcio.
Amanecía cuando Georgina se encontró descalza en el camino de la granja. Dejaba huellas leves sobre el rocío en la penumbra y sus pisadas se marcaban bajo la luz creciente y rosácea de la mañana.
Un dedo frío recorrió su espalda bajo el camisón de seda y levantó su pelo que llevaba largo y con la marca del sueño que la sacó de la cama muelle y tibia, pero la aventura la llamaba. El deseo la movió y despertó. Hoy estaba sola y sabía que ellos vendrían a buscarla.
El sol se le enredó en las pestañas y la cegó, por eso cuando la metieron a la ambulancia, confundió a los enfermeros con sus chambelanes de los XV años y los siguió con una sonrisa en los labios y el paso ligero.
La anciana se les había escapado una vez más.